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El CP San Pedro de los Arcos ya tiene una puerta mágica hacia Salgadum


Leer te permite viajar, soñar, vivir aventuras y saborear momentos inolvidables. Y todo eso es lo que he podido disfrutar en las dos sesiones que he compartido hasta la fecha con el alumnado de 6º de primaria. Dos momentos inolvidables, el 31 de enero y el 14 de febrero.

Durante la primera sesión me llevé a todo el aula, 25 pasejer@s, de viaje a la presentación oficial de mi libro. Ninguno de los allí presentes había asistido a ninguna antes, por lo que mi grado de responsabilidad era máximo y según el feedback recibido creo que no les defraudé.

Aquellos intrépidos lectores que estaban a punto de adentrarse en una aventura de fantasía, guardaban un silencio que pocas veces habían repetido. Esta afirmación no es mía, si no del profesorado de dicho grupo.

Sus todavía pequeños ojos me miraban con atención, la admiración que se palpaba en el ambiente era mutua. Por su parte, por tener un escritor compartiendo su presentación en un pase privado para ellos; y por la mía, por poder disfrutar de un público entregado con un halo de ingenuidad y picardía que yo percibía sobre sus cabezas.

Cuando se realizan este tipo de actividades, surge el interesante debate sobre la ventajas de abrir el aula al exterior, es decir, invitar a personas de fuera de los centros que lleven experiencias y momentos únicos para el alumnado. Mi buen amigo y maestro, el gran Fernando Trujillo, habla en multitud de ocasiones de las bondades de derribar muros para que ese conocimiento que existe al otro lado de las cuatro paredes de nuestro aula pueda llegar a nuestros estudiantes. Fiel partidario de abrir la puerta a todas aquellas dinámicas y personas que tenga algo que aportar a nuestro alumnado, se convierte para mí en una voz que siempre tengo presente al compartir mis vivencias en los diferentes centros que tengo la suerte de visitar.

Los minutos transcurrieron entre sorpresas y presentaciones de los personajes. Les hablé de la importancia del esfuerzo para conseguir aquellas metas que se quieran imponer en la vida. Creo que entendieron que si nos esforzamos y trabajamos duro, estamos un poquito más cerca de conseguir nuestros sueños. El mio, publicar Salgadum, algo que hice sin ninguna pretensión, pero que está consiguiendo emocionarme cada día más.

En nuestro primer encuentro regalé a cada uno un separapáginas con el mapa de la aventura por un lado y con los principales personajes del libro por el otro. Les expliqué que era una de mis manías al leer historias de novelas de literatura fantástica, fotocopiar el mapa y usarlo para marcar por dónde iba leyendo.

Llegaba el momento de despedirme hasta el día 14 de febrero, así que era necesario proponerles el reto: debían leer hasta la página 191. Y si lo conseguían tendrían un regalo único y original: el llavero de Salgadum.

Las dos semanas que separaron mi siguiente visita, se esfumaron al igual que se diluían las palabras que cada niño y niña iba leyendo de Salgadum.

El día en el que se celebra lo que amas y lo que quieres, yo podía decir en voz alta que venia a hablar de mi libro, podía asegurar que iba a compartir otro momento con algo que quiero mucho, mi pasión por escribir y mi adoración por el mundo que se ha creado y que no deja de crecer en mi imaginación.

Llegué al colegio, me abrieron el portón para poder aparcar y allí estaban esperando mi llegada. Unas miradas traviesas y cómplices asomaban por unas ventanas, mojadas por la lluvia que caía ese día en Oviedo. La climatología era adversa pero la felicidad con la que me acercaba a mi público podía aclarar cualquier nubarrón del cielo asturiano.

Tocaba cumplir mi palabra, entregar el deseado llavero oficial de Salgadum a los lectores y lectoras que hubieran llegado a la página estipulada. Y por supuesto lo habían conseguido, una razón más para estar orgulloso de ese alumnado involucrado en aprender y sobretodo para disfrutar de aquellos momentos que le brinda su centro educativo.

Esta manera de fomentar la lectura, a parte de hacerles pasar un buen rato, permite comprobar la comprensión lectora de nuestro alumnado, por lo que un quizizz sobre las primeras ciento noventa paginas era algo casi obligado. Lo nervios comenzaron a aparecer, nadie quería quedarse sin su premio. Y aunque no lo sabían, todos los participantes lo iba a tener. Era mi turno para motivarlos, tranquilizarlos y sobretodo para acercarme a lo que cada uno de los participantes sentía.

Las preguntas elegidas removían ese poso de aventura y magia que estaban disfrutando durante la lectura. Los fallos y aciertos nos abrieron unos increíbles coloquios improvisados sobre la novela. Me quedo con la alegría con la que participaban, las preguntas que con tanto criterio hacían y con la cara de sorpresa de los docentes que trabajaban día a día con ese alumnado no siempre tan concentrado y atento.

Salieron a recoger su premio los tres que más puntos había conseguido para recibir ese aplauso tan merecido y cariñoso por parte de sus compañeros y compañeras. El resto también recibió su premio por participar, igual de importante e igual de especial.

Por último, les aguardaba una sorpresa muy espacial, un diseño que llevaba tiempo preparando y que había conseguido llevar a la práctica. Un objeto que para quien se ha leído el libro es mágico y valioso, algo que te transporta a un mundo en el que todo es posible y te permite lograr aquello que parece inalcanzable.


Todos los allí presentes inmortalizaron el momento en el que sus manos se fundían con la pieza clave para el mundo de Salgadum. Fueron capaces de sentir por un momento lo que hasta ese momento únicamente Joel había experimentado.

Durante la última parte de mi visita, compartimos otro momento muy especial. Comenzamos a leer el siguiente capítulo del libro. Fueron unos minutos mágicos, cada uno leyó un poquito. Fue una bonita fusión entre el reciente escritor, disfrutando como un bebe el día a día, y mi querido público. No se puede pedir más. ¡Gracias CP San Pedro de los Arcos!

Antes de mi despedida, me pidieron que les firmara las cartas que les había regalado por el cuestionario. Y finalmente los emplacé hasta el mes de abril, momento en el que deberían haber terminado el libro. Me comprometí, como buen seguidor del trueque que soy, que a cambio de su esfuerzo, les recompensaría con otra jornada inolvidable.

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